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Sekkyo le dijo a uno de sus monjes:
¿Puedes agarrar el vacío?

Lo intentaré, contestó el monje,
y juntó sus manos huecas en el aire.

Eso no está muy bien, observó Sekkyo,
ahí no tienes nada.

Bueno, maestro, dijo el monje,
por favor enséñame un camino mejor.

Acto seguido, Sekkyo agarró la nariz del monje
y le dio un fuerte tirón.

¡Ay!, gritó el monje. ¡Me has hecho daño!

Así es como se agarra el vacío,
dijo Sekkyo.


Esta parábola, esta pequeña anécdota, te dará muchas pistas acerca de cómo sacar el ego del centro.

El hombre está demasiado lleno de sí mismo y eso es su perdición.

El hombre debería ser como un bambú hueco, para que la existencia pueda pasar a través de él. El hombre debería ser una esponja porosa –permeable-, para que las puertas y ventanas de su ser estén abiertas, y la existencia pueda pasar de un extremo a otro sin obstáculos; de hecho, sin encontrar nadie dentro. El viento sopla; entra por una ventana de su ser y sale por otra. Este vacío es la mayor bendición que existe. Pero tú eres como una dura roca, como una dura barra de acero, sin poros. Nada pasa a través de ti. Tú lo resistes todo. Tú no lo permites. Tú sigues luchando en todas las partes y en todas las direcciones como si estuvieras en una gran guerra contra la existencia.

No hay ninguna guerra en marcha, lo que pasa es que tú te has engañado a ti mismo.
No hay nadie que quiera destruirte. El todo te apoya; el todo es la misma tierra que estás pisando, el mismo cielo que estás respirando, que vives. De hecho, tú no eres; solo el todo es.
Cuando uno comprende esto, empieza a abandonar su dureza interior, no sirve para nada. No hay enemistad, el todo es amoroso contigo. El todo te aprecia, te ama. Si no, ¿por qué estás aquí? El todo te sustenta, como el árbol es sustentado por la tierra. Al todo le gustaría participar en todas tus bendiciones, en todas las celebraciones posibles. Cuando tú florezcas, el todo florecerá a través de ti; cuando tú cantes, el todo cantará a través de ti; cuando tú dances, el todo danzará contigo. Tú no estás separado.

El sentimiento de separación produce miedo, y el miedo te hace impermeable. El sentimiento de inseguridad, la sensación de que el todo va a destruirte, la sensación de que eres un extraño aquí, un intruso, de que tienes que luchar centímetro a centímetro hacia tu destino, te convierte en una dura barra de acero. Por supuesto, eso hace que muchas cosas desaparezcan de tu vida. Tú vives angustiado, lleno de ansiedad, vives en intenso dolor, pero vives así porque quieres. Sé poroso. Flota. No hay ninguna necesidad de luchar. Lo que se necesita es una fusión.
Estas son las dos actitudes abiertas al hombre: la actitud del guerrero y la actitud del amante. Tú eliges; puedes elegir.

Pero recuerda… traerá ciertas consecuencias.
Si eliges el camino del guerrero y te dedicas a luchar con todo lo que te rodea, siempre serás desgraciado. Eso es crear un infierno a tu alrededor; la propia actitud de luchar crea el infierno. O te conviertes en un amante, un participante, entonces este todo es tu hogar; tú no eres un extraño. Estás en casa. No hay lucha. Tú simplemente fluyes con el río. Entonces el éxtasis será tuyo; entonces cada momento se volverá extático, un florecimiento.

No hay más infierno que tú, ni más paraíso que tú. Depende de tu actitud, de cómo mires al todo. La religión es el camino del amante: la ciencia es el camino del luchador.

La ciencia es el camino de la voluntad, es como si estuvieras aquí para conquistar, para conquistar la naturaleza, para conquistar los secretos de la naturaleza; como si estuvieras aquí para imponer tu voluntad y dominación a la existencia. Esto no es solo descabellado, además es inútil. Descabellado porque creará un infierno alrededor de ti, e inútil porque al final cada vez estarás más muerto, menos vivo; perderás toda posibilidad de ser feliz. Pero, al final, tendrás que salirte del camino de la voluntad, porque es un camino que puedes seguir durante cierto tiempo, pero en él solo hay frustración y más frustración. Cada vez te sentirás más vencido. Cada vez te sentirás más impotente, y cada vez habrá más enemistad a tu alrededor. Tendrás que salirte de él; de mala gana, reluctante, pero tendrás que salirte de él. Al fin y al cabo, con una actitud de lucha nadie puede descansar, porque con actitud de lucha no es posible el descanso, uno no se puede relajar.

El camino de la religión es el camino del amor. Para empezar, no estás luchando con nadie. El todo existe para ti, y tú existes para el todo, y existe una armonía interior. Nadie está aquí para conquistar a nadie. No es posible. Porque ¿cómo va una parte a conquistar otra parte? ¿Y cómo va una parte a conquistar el todo? Esas son ideas absurdas que solo te causarán pesadillas, nada más. Mira a la situación en su totalidad… tú sales del todo y te disuelves en él, y, mientras tanto, tú eres en todo momento parte de él. Tú lo respiras, lo vives, y él respira a través de ti. Tu vida y su vida no están separadas; tú eres como una ola en el océano.

Una vez que entiendes esto, la meditación se vuelve posible. Una vez que entiendes esto, te relajas. Tiras todas las corazas que has creado a tu alrededor para sentirte seguro. Ya no tienes miedo. El miedo desaparece y surge el amor. Y en este estado de amor, ocurre el vacío. O, dicho de otra forma, si puedes dejar que ocurra el vacío, el amor florecerá en él. El amor es la flor del vacío, del vacío total; el vacío es la situación. Puede funcionar en ambos sentidos.
Así que hay dos tipos de religiones. Uno que crea el vacío en ti y a tu alrededor para que el florecimiento sea posible; tú has creado la situación, ahora la flor surge automáticamente. Si no encuentra resistencia, de repente la semilla se convierte en una flor. Hay un salto en tu propio ser, una explosión.

El budismo y el Zen siguen ese camino: crean vacío en ti y a tu alrededor.
Hay otro camino más, un segundo tipo de religión, que crea amor en ti, que crea devoción en ti. Meera y Chaitanya aman, y aman el total tan profundamente que encuentran a sus amados en todas las partes; en cada hoja, en cada piedra, está la firma del amado. Él está en todas las partes. Bailan porque no hay otra cosa que hacer más que celebrar. Y todo está dispuesto; solo tiene que empezar la celebración por tu parte. No falta nada más. Un bhakta, un amante, simplemente celebra, disfruta. Y en ese disfrute de amor y celebración, el ego desaparece y llega el vacío.
O bien creas vacío, como Buda, Tilopa, Sekkyo, y otro; o creas amor, como Meera, Chaitanya, Jesús. Si creas una cosa, la otra la sigue, porque no pueden vivir por separado, no tienen una existencia por separado. El amor es una cara del vacío; el vacío es otro aspecto del amor, van juntos. Si traes uno, si invitas a uno, el otro viene automáticamente como si de su sombra se tratara. Depende de ti. Si tú quieres seguir el camino de la meditación, hazte vacío. No te preocupes del amor, vendrá por sí mismo. Y, si te resulta muy difícil meditar, entonces ama, entonces hazte amante, y las meditaciones y los vacíos te seguirán.

Y así es como tiene que ser, porque hay dos tipos diferentes de mente humana: la femenina y la masculina. A la mente femenina amar le resulta fácil, pero estar vacía le resulta difícil. Y cuando digo mente femenina, no me refiero a las hembras, porque muchas hembras tienen mentes masculinas, y muchos varones tienen mentes femeninas. Así que no son equivalentes. Cuando yo digo mente femenina, no me refiero al cuerpo femenino; puede que tu cuerpo sea femenino pero tu mente no. La mente femenina es aquella que siente el amor más fácilmente, eso es todo. Esta es mi definición de la mente femenina: es aquella que siente el amor más fácilmente, de forma natural, aquella que puede fluir en el amor sin ningún esfuerzo. La mente masculina es aquella para la que el amor supone un esfuerzo: puede amar, pero tendrá que esforzarse. El amor no puede ser todo su ser; será tan solo una cosa entre tantas, ni siquiera la más importante. Puede sacrificar su amor por la ciencia, por el país, por asuntos triviales, por negocio, por dinero, por política. El amor no es una cosa tan profunda para la mente masculina. No le resulta tan fácil como a la mente femenina. La meditación le resulta más fácil. El vacío le resulta más fácil.

Así que esta es mi definición: si estar vacío te resulta más fácil, entonces sigue ese camino. Si te resulta muy difícil, no estés triste, no pierdas la esperanza. Te resultará más fácil amar. Yo no he conocido nunca a nadie que le resultaran difíciles ambas. Así que para todos hay esperanza. Si la meditación te es difícil, el amor te será más fácil, tiene que ser así. Si el amor te es más fácil, la meditación te será más difícil. Así que simplemente haz lo que sientas.
Y esto no tiene nada que ver con tu cuerpo, con tu estructura física, con tus hormonas. No. Es una cualidad de tu ser interior. Una vez que la encuentras, todo se vuelve mucho más fácil, porque entonces no lo intentarás por el camino equivocado. Puedes intentarlo por el camino equivocado durante muchas vidas pero no conseguirás nada. Pero si lo intentas por el camino correcto, incluso el primer paso puede convertirse en el último, porque tú simplemente, naturalmente, fluyes en él. Sin esfuerzo ni nada que se le parezca; fluyes relajadamente.

El Zen es para la mente masculina. Pronto lo equilibraré hablando del sufismo, porque el sufismo es para la mente femenina. Esos son los dos extremos: el Zen y el sufismo.
Los sufíes son amantes, grandes amantes. De hecho, en toda la historia de la consciencia de la humanidad no ha habido amantes más atrevidos que los sufíes, porque ellos son los únicos que han convertido a Dios en su amado. Dios es la mujer y ellos son los amantes. Pronto lo equilibraré.

El Zen insiste en el vacío, por eso en el budismo no existe el concepto de Dios, no es necesario. Los occidentales no pueden comprender cómo es posible que exista una religión sin el concepto de Dios. El budismo no tiene concepto de Dios alguno; no hace falta, porque el budismo insiste en simplemente estar vacío, entonces viene todo lo demás. Pero ¿a quién le importa? Una vez que estés vacío, las cosas tomarán su propio curso. Una religión que existe sin Dios. Eso es simplemente un milagro. En Occidente, los que escriben acerca de la religión y de la filosofía de la religión siempre se encuentran con el problema de cómo definir la religión. Pueden definir fácilmente el hinduismo, el mahometismo, el cristianismo, pero con el budismo tienen dificultades. Pueden definir a Dios como el centro de todas las religiones, pero entonces el budismo no encaja. Pueden definir la oración como la esencia de la religión, pero entonces de nuevo el budismo está fuera, porque en el budismo no hay ni Dos ni oración, ni mantra, nada. Solo hay que estar vacío. El concepto de Dios no te permitirá estar vacío; la oración será un obstáculo; los cantos no te permitirán estar vacío. Simplemente hay que estar vacío, y todo ocurre. El vacío es la llave del budismo. Eres de una forma tal que no eres.

Deja que te explique algo más acerca del vacío, entonces podremos entrar en esta anécdota Zen.

Los físicos llevan trescientos años investigando en busca de la base, la sustancia, de la materia, y cuanto más lejos llegaban, más perplejos se sentían. Porque cuanto más se iban adentrando, menos sustancial era la matera; menos material era la materia. Y cuando realmente se tropezaron con la fuente de la materia, simplemente no se lo podían creer, porque era contrario a sus concepciones. No había materia en lo absoluto: solo había energía. La energía es no-sustancial. No tiene peso. No se puede ver. Solo se pueden ver sus efectos, no se puede ver directamente.

Eddington, en 1930, dijo que estábamos a la búsqueda de la materia, pero ahora todas las nuevas investigaciones en la materia demuestran que la materia no existe; cada vez se parece más y más a un pensamiento y menos a una cosa. De repente la visión de Buda volvió a cobrar un gran interés, porque Buda hizo lo mismo con la materia humana, con el material humano. Los físicos estaban intentando investigar la materia de una forma objetiva para descubrir lo que había dentro de ella, y no encontraron nada. Vacío total. Lo mismo que descubrió Buda en su viaje interior. Él estaba intentando descubrir quién había ahí dentro –la sustancia de la consciencia humana- pero cuanto más penetraba, más se daba cuenta que cada vez estaba más vacío. Y cuando finalmente alcanzó el centro, no había nada. Todo había desaparecido. La casa estaba vacía. Y todo existe alrededor de ese vacío. El vacío es el alma, así que Buda tuvo que inventar una palabra nueva, una palabra que no existía antes. Cuando aparece un descubrimiento nuevo hay que cambiar el lenguaje. Hay que acuñar palabras nuevas, porque se han revelado nuevas verdades que no caben en las palabras viejas.

Buda tuvo que crear una palabra nueva. En India la gente siempre ha creído en la realidad del alma, atma, pero Buda descubrió que el alma, el atma, no existía. Tuvo que acuñar una palabra nueva: anatta. Anatta significa no-yo. Lo más profundo en ti es el vacío; un estado de no-yo. Tú no existes; tú solo existes en apariencia.

Deja que te lo explique de otra manera porque esta es una de las cosas más difíciles de entender. Aunque lo entiendas intelectualmente, creerlo es casi imposible. ¿Tú no existes? Parece ser que el ser siempre es dado por hecho. Y tú siempre puedes hacer preguntas estúpidas. A Buda le preguntaban una y otra vez: Si tú no existes, ¿entonces quién está hablando? Si tú no existes, ¿entonces quién siente el hambre? ¿Y quién va a mendigar al pueblo? Si tú no existes, ¿entonces quién está delante de mí?

El emperador de China, Wu, inmediatamente le preguntó a Bodhidharma: Si tú dices que no existes, que nada existe, y que el vacío es la verdadera sustancia de tu ser interior, ¿entonces quién es este hombre que está en frente de mí hablando conmigo? Bodhidharma se encogió de hombros y contestó: No lo sé.


Nadie lo sabe, y Buda dice que nadie lo puede saber, porque no se trata de una sustancia que puedas encontrar como un objeto, es no-sustancia, no puedes encontrarla. A eso Buda lo llama realización: cuando llegas a comprender que el vacío más profundo no puede ser conocido, que es inconocible, entonces te conviertes en un hombre realizado.

Es difícil, así que déjame que te lo explique de nuevo. Es como cuando vas al cine. Allí ocurre algo maravilloso. La pantalla está vacía. Luego empieza a funcionar el proyector. Entonces la pantalla desaparece porque las imágenes proyectadas la ocultan por completo. ¿Pero qué son esas imágenes proyectadas? Nada más que un juego de luz y sombra. Tú ves en la pantalla que alguien arroja una lanza, la lanza va a toda velocidad. ¿Pero qué e lo que está ocurriendo realmente? El movimiento solo es una ilusión, en realidad no está ocurriendo. No puede ocurrir. De hecho, en la película no hay movimiento; todas las imágenes son fijas. Pero se crea la sensación por medio de una ilusión óptica. El truco está en que al proyectar sucesivamente y muy deprisa en la pantalla muchas imágenes fijas de la lanza en diferentes posiciones, el ojo no puede captar el espacio entre las imágenes, y se crea la sensación de que la lanza se está moviendo. Yo levanto la mano. Si tomas cientos de imágenes de mi mano en diferentes posiciones y luego las proyectas tan deprisa que los ojos no puedan captar el espacio entre las imágenes. Entonces verás que la mano se levanta. Se proyectan cien imágenes fijas, o un millón de imágenes fijas, y se crea el movimiento. Y si se trata de una película tridimensional y alguien arroja una lanza, puede que estés tan metido en ella, que es posible que te inclines a la derecha o la izquierda para esquivar la lanza. Cuando aparecieron por primera vez las películas tridimensionales, la gente se asustaba. Un caballo viene hacia ti a todo galope, te asustas porque el caballo está a punto de entrar en la sala; y puede que te inclines a la izquierda o la derecha, según sea el caso, para esquivar el choque. El movimiento es falso, no está ocurriendo ahí, no son más que imágenes fijas proyectadas muy deprisa. Y la falsedad no es detectable a no ser que veas la película a una velocidad muy lenta, proyectándola muy lentamente.

Lo mismo, de un modo diferente, está ocurriendo en la vida. Los pensamientos son proyectados por tu mente tan deprisa que no puedes ver el espacio entre los pensamientos. La pantalla está completamente cubierta de pensamientos y van tan deprisa que no puedes ver que cada pensamiento está separado. Eso es lo que Tilopa dice: Los pensamientos son como las nubes, no tienen raíces, no tienen hogar. Y un pensamiento no está relacionado con otro pensamiento; un pensamiento, como una partícula de polvo, es una unidad individual separada. Pero van tan deprisa que no puedes ver el espacio entre ellos. Tú tienes la sensación de que entre ellos hay cierta unidad, cierta asociación.

Buda dice: Los pensamientos moviéndose a gran velocidad crean la ilusión de que tienen un centro, de que están relacionados con alguna cosa. No están relacionados, no tienen raíces; son como las nubes. Cuando medites, comprenderás que cada pensamiento es individual, que no tiene relación con ningún otro. En ese hueco entre los pensamientos está el vacío de tu ser. Los pensamientos vienen y van, pero vienen y van tan deprisa que los intervalos no se pueden ver. Así se crea el ego.

Entonces empiezas a tener la sensación de que hay alguien, de que hay un centro responsable de todo: pensamientos, acciones. Pero Buda dice que dentro de ti no hay nadie. Cuando profundices, comprenderás esta verdad: no se trata de una doctrina filosófica.
Buda puede ser fácilmente rebatido con argumentos; lo echaron de este país porque los indios son grandes argumentadores. Durante cinco mil años no han hecho otra cosa que argumentar, y a través de la argumentación Buda puede ser rebatido porque todo este asunto parece bastante absurdo. Buda está diciendo que hay acciones, pero que no hay actor; que hay pensamientos, pero que no hay pensador; que hay hambre, que hay saciedad; que hay enfermedad, que hay salud; pero no hay un centro al que pertenezcan todas esas cosas. Son como nubes moviéndose en un cielo vacío, sin que entre ellas haya ninguna relación. A través de la experiencia nadie puede rebatir a Buda, pero a través de la lógica es muy fácil.

Buda pronto se dio cuenta de que a través de la lógica podía ser rebatido muy fácilmente. ¿Qué hacer entonces? En India, en esos tiempos, había grandes eruditos, grandes sabios, grandes lógicos, en nimiedades. Así que Buda simplemente declaró: Yo no soy metafísico, no soy filósofo, no tengo una doctrina que ofrecer. Lo que yo digo no son conclusiones de mi intelecto. Si alguien quiere comprenderlo, tendrá que venir y vivir conmigo, y hacer todo lo que yo diga. Y cuando haya vivido conmigo durante un año, en silencio, en meditación, entonces estaré dispuesto a argumentar con él, pero no antes.

Y aunque muchos eruditos venían a él, esa era su condición. Uno de los que vino fue Sariputta. Este era un famoso erudito, tenía quinientos discípulos. Estos a su vez eran grandes eruditos por derecho propio: conocían todos los Vedas, todos los Upanishads, tenían acceso a toda la sabiduría de siglos, y tenían un intelecto muy, muy perspicaz. Cuando Sariputta vino, Buda le dijo: Has venido, muy bien. Pero tienes que quedarte aquí durante un año en silencio, porque yo no tengo doctrina que proponer. Así que, si quieres, puedes quedarte.

Luego vino Maulingaputta, otro erudito, y Buda le dijo lo mismo: Siéntate a mi lado y estate en silencio durante un año, sin hacer ni una sola pregunta. Durante un año tienes que dejar que tu mente amaine y penetrar en los intervalos. Cuando haya pasado un año, exactamente un año, si tienes alguna pregunta, te la contestaré.
Sariputta, que también estaba sentado allí, empezó a reírse.
Mauligaputta preguntó: “¿Qué ocurre? ¿Por qué te ríes?”.
Sariputta le contestó: “No te dejes engañar por este hombre. Si tienes algo que preguntar, pregúntalo ahora, porque dentro de un año no podrás preguntar nada. Eso es lo que me ha ocurrido a mí. En un año, meditando en silencio, las preguntas desaparecen. En un año, meditando en silencio, la mente argumentativa desaparece, y el argumentador desaparece. En un año al lado de este hombre, uno se vuelve vacío –y riéndose añadió- y además luego se burla diciéndote: “Ahora puedes preguntar. ¿Dónde están tus doctrinas, tus principios, tus argumentos?”. Pero dentro ya no hay nada. Así que, Mauligaputta, si tienes que preguntar, este es el momento: ahora o nunca”.
Buda dijo: “Yo cumpliré mi promesa. Si te quedas un año y tienes alguna pregunta, yo la contestaré, cualquiera que sea”.
Maulingaputta se quedó. El año pasó. Ya se había olvidado por completo de la cuestión y de que ese día se cumplía el año; pero Buda sí se acordaba. Un año después, el día exacto, le dijo a Maulingaputta: “Ahora, Maulingaputta, puedes levantarte y preguntar”.
Maulingapitta se levantó en silencio, con los ojos cerrados, y luego dijo: “No hay nada que preguntar, y no hay nadie para preguntar. Yo he desaparecido por completo”.

El budismo es una experiencia y el Zen es la forma más pura de las enseñanzas de Buda: la esencia. Y el centro alrededor del cual se mueve toda la experiencia es el vacío.

¿Cómo volverse vacío? Ese es el tema central de la meditación: cómo hacerse tan silencioso, que ni siquiera puedas sentirte a ti mismo; porque eso también es una perturbación. Sentir que “yo soy”, también es una perturbación; incluso eso. Uno es borrado por completo, totalmente borrado. La página se queda en blanco, como un cielo de verano: en él ya no hay nubes, solamente profundidad, un azul infinito que no termina en ninguna parte, que no empieza en ninguna parte. Eso es a lo que Buda llama anatta, el centro interior del no-ser, del no-yo. Buda dice: “Tú caminas, pero no hay caminante; tú comes, pero no hay comensal; tú naces, pero no hay nadie que nazca. Te pondrás enfermo, y te harás viejo, pero no hay nadie que se ponga enfermo, y te harás viejo, pero no hay nadie que se ponga enfermo y que se haga viejo. Y tú morirás, pero no hay nadie que muera. Y eso es la vida eterna… Si no naces, ¿cómo vas a morir? Si no existes, ¿cómo vas a estar enfermo o sano?”.

Esas cosas ocurren, y si tú solamente las observas con toda tu atención, poco a poco te irás dando cuenta de que ocurren por sí solas. No tiene nada que ver contigo. No están ocurriendo de ninguna manera con relación a ti. Sin relaciones, sin hogar, sin raíces; así es la iluminación total.
Sabiendo esto, que las cosas ocurren, como los sueños, uno no se preocupa por nada, uno no es ni feliz ni infeliz. Uno simplemente no es. Buda dice: “Tú nunca puedes ser feliz, porque en la propia afirmación de que tú lo eres se oculta la infelicidad. Tú nunca puedes ser liberado, porque tú eres el cautiverio. La liberación no es para ti, la liberación es de ti”.
Esta es la capa más profunda que hayas tocado jamás, la más profunda. Mahavira dice: “Tú te iluminarás”.
Buda dice: “Tú eres el obstáculo”.
Mahavira dice: “Vivirás en moksha, en el estado de consciencia suprema; feliz, eternamente feliz”.
Buda dice: “A no ser que mueras, nunca alcanzarás ese estado”.

Tú eres la única barrera, el único estorbo, el único obstáculo. Cuando tú no eres, ese estado es. Ese estado no te pertenece, no puedes reclamarlo; de hecho, porque tú eres, no permites que ese estado sea. Ese estado ya está dentro de ti, en este mismo momento, pero tú no le dejas funcionar. Tú intentas controlarlo, manipularlo. El ego es el gran manipulador, el controlador, y el único esfuerzo de todos los Budas va dirigido a cómo abandonar el control. Una vez que se ha abandonado el control, el controlador desaparece. Eso es lo que yo estoy intentando hacer contigo, con todas estas meditaciones. El esfuerzo va dirigido a cómo abandonar el control, cómo abandonar al gran manipulador.

Tú giras en una danza Derviche. Al principio estás ahí. pronto sientes náuseas, y esas náuseas no son solamente físicas, son profundamente espirituales. Empiezas a sentir náuseas cuando llega el momento en que se pierde el control. Cuando se acerca se momento, empiezas a sentir náuseas. Las náuseas viene porque se está perdiendo el control. Empiezas a marearte; sientes que te vas a caer. Esos síntomas no son solo físicos; el ego siente en su interior que lo están despistando. El ego se siente mareado. Tiene la sensación de que si estos giros continúan, aunque sea un poco más, ya no podrá estar ahí. entonces te empiezan a entrar ganas de vomitar. De hecho, ese vómito no es solamente físico, solo una parte es física, la otra parte, la más intensa, es el vómito del ego. Si sigues sintiéndote molesto, el vómito físico pronto cesará. Y entonces ocurrirá el verdadero vómito: un día, de repente, se vomita el ego. De repente un desagradable fenómeno de tu interior escapa; de repente la enfermedad es arrojada fuera de ti; de repente eres libre del ego. Ocurre inesperadamente. Cuando ocurre por primera vez, no te lo puedes creer; no puedes creer que, sin ego, tú seas. No hay nadie dentro, y tú eres; y eres tan perfecto y tan hermoso y tan feliz; ¡y sin que haya nadie ahí!

Hay que desterrar el ego del centro, porque se ha enraizado muy profundamente en tu mente, a través de muchas vidas. Ha usurpado todo el ser; el vacío ha sido arrojado a un segundo plano, a la inconsciencia, y el ego ha usurpado el trono. Ahora el ego se ha convertido en el rey, y se dedica a manipularlo todo.

Así que has de recordar algunas cosas: tienes que pasar de lo mecánico a lo espontáneo: de lo mental, lo verbal, a lo no-mental, lo no-verbal; de la parte al total; de lo falso a lo real; y del ego al no-ego; del yo al no-yo. El no-yo ya existe, está al lado de tu yo. Tan solo se requiere un cambio de atención, un cambio de marcha. Lo no-mecánico existe al lado de lo mecánico, lo real siempre está esperando al lado de lo falso; tan solo se necesita un cambio de gestalt, una mirada hacia la espontaneidad. Inténtalo durante veinticuatro horas. Cada vez que surja una oportunidad de pasar de lo falso a lo real, de lo mecánico a lo auténtico, cambia de marcha inmediatamente. Y mantente flotando como si fueras un vacío, no intentes controlarte demasiado. Mantente suelto y natural.




Fuente: Extracto del libro "La Hierba Crece Sola" de Osho

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