Se arrodilló el discípulo para ser iniciado en el camino del conocimiento.
Se acercó y le susurró al oído un mantra sagrado con la advertencia de que no se lo revelara a nadie.
-¿Y qué ocurrirá si lo hago? preguntó el discípulo.
- Aquél a quién lo reveles quedará libre de ignorancia – contestó el maestro-; en cambio tú quedarás excluido de este seminario.
Apenas escuchó estas palabras, el discípulo salió corriendo a la plaza del mercado y congregando a una multitud en torno a él, repitió a viva voz el mantra sagrado para que lo escucharan todos.
Habiéndolo visto, sus compañeros discípulos regresaron rápidamente ante el maestro a quien contaron lo sucedido, pidiendo además que fuese expulsado del monasterio por desobediente.
El maestro sonrió compasivamente y dijo: “Ese muchacho no necesita nada de cuanto yo pueda enseñarle. Con su acción ha demostrado ser ya un maestro con todas las de la ley”.
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